miércoles, 28 de marzo de 2012


Hola nuevamente, hoy voy a hablar de mis dientes. Cuando era niña me importaban poco y nada así que  tuve muchas caries, pero siempre agarradas a tiempo. Comenzaron a preocuparme como a los 10 años cuando una tía mía se puso a comparar los dientes de sus tres sobrinas a ver cual los tenía más lindos. Porqué hiso esa maldad no lo sé, solo sé que recuerdo sus palabras cada día cuando miro mis dientes en el espejo. "tus dientes son feos, amarillos y torcidos"...condenada al trauma. A los 14 años después de años suplicándolo, me pusieron los benditos braquets, pero allí comenzaría una pesadilla... el sitio era un poco más barato que con un ortodoncista particular porque era como un consultorio de pasantes o prácticas, llamado "Dentis" de Salta, Argentina. El ortodoncista que me colocó los braquets me tuvo 2 meses solo con braquets de arriba y encima sin el fierro ese que te los va alineando, después me coloco los de debajo pero de la misma manera que los de arriba. La verdad es que dolía muchísimo y de una forma que costaba mucho lavarse los dientes sin lastimarse. En esa época iban como unos anillos en las 4 muelas grandes y justamente en una me salió una caries, fui al dentista de este mismo lugar y no fue capaz de arreglarla porque decía que tenía q pedirle al ortodoncista que me quitara el anillo este. El ortoncista no quería, estuve 3 meses suplicando que me lo quitara, pero me supuso un tremendo tratamiento de conducto y nuevamente un retraso en mi tratamiento hasta que me volvió a colocar el anillo. De principio el tratamiento que iba a durar año y medio ya iba para los tres. En esa época no había tanta facilidad para buscar información por internet como ahora. Además se suponía que el que tenía que hacer las cosas bien era el ortodoncista. En fin como a los 2 años y medio se fue y me pusieron otro ortodoncista, parecía mejor, pero me quito los de arriba y después de 3 años me duro un solo mes la alineación, porque no fue capaz de colocar el retenedor correspondiente, después de esto decidí terminar el tratamiento, le pedí a mis padres quitármelos aunque no hubiera terminado el tratamiento y además tuve que comenzar un tratamiento para mis encías que habían quedado destruidas después de tanto tire y afloje de estos dentistas que no se donde se habrían sacado el título. Hay muchos “profesionales” que solo les importa la pasta y se aprovechan de los niños o de los mismos adultos por no saber realmente cómo funcionan las cosas. Poco a poco se curaron mis encías y mis dientes fueron recuperando sus antiguos lugares. Pero yo seguía queriendo una sonrisa perfecta que pensé que jamás lograría. Casi 10 años después decidí darme otra oportunidad, me pase fácil unos 2 años hasta decidirme por un pero  esta vez de la mano de un ortodoncista como Dios manda.
Porqué invisaling?
Lo que me convenció fue la posibilidad de quitarlos cuando uno quiere, para una ocasión especial, para limpiarse los dientes, para comer, para poder pasar la seda dental con normalidad, porque casi ni se notan, porque en las fotos realmente no se notan y también (en teoría) el tiempo es menor que en otros tratamientos. (Depende también de la gravedad del caso).  A decir verdad al principio me había decantado por la ortodoncia ligual pero pensándolo detenidamente comprendí que no quería llevar en mi boca otro par de fierros, sean liguales o no. El qué y el porqué ya los tenía resueltos, el tema que más me preocupaba era él con quién.
Además de la información por internet, busque presupuestos en dos o tres lugares y ninguno me daba la confianza, hasta recordé una clínica que había visitado cuando tenía la idea de la lingual, que se llama coped, y del buen trato que habían tenido conmigo a pesar de que al final decidiera no hacer el tratamiento. El trato humano y profesional que hay en este lugar me dio esa confianza y el empujoncito que algunos necesitamos para animarnos a volver a empezar.
Empecé mi tratamiento en noviembre del 2011… al principio con el primer par, no estaba muy entusiasmada porque yo me lo veía mucho, mi novio ni lo notaba, pero al ver los resultados casi a partir de la 3 funda los ánimos fueron cambiando y si caía de nuevo el bajón me pasaba por algún blog de gente que tenía invisaling en etapas más avanzadas. Ya voy por el 8 par y los resultados se aprecian a simple vista. De lo único que me arrepiento es no haber empezado antes.

miércoles, 21 de marzo de 2012


Hola! a quien me lea =)
Mi nombre es Luciana y decidí escribir este blog porque tenía ganas y ya está, de ahí estaré encantada si ayuda a alguien o le entretiene junto a su café.
Otra razón también es que estoy estudiando psicología y como la mayoría de los que elegimos esta carrera tan linda, interesante y enriquecedora, alguno que otro problema psicológico tendré.
Básicamente escribiré lo que me venga en gana, tal vez delire con alguna teoría extraña de la mente, tal vez cuente anécdotas significantes de mi vida, tal vez, tal vez.
Elegí estudiar psicología porque es lo que siempre quise y no me animé en el pasado por diferentes situaciones de la vida, que ya les contaré más adelante. En cambio, estudié gastronomía porque me gustaba cocinar, pero al trabajar en el área me sentía vacía, a mi me gustaba cocinar por placer y para los míos, no con todo el estrés que provoca hacerlo profesionalmente, así que decidí hacer algo que no me molestaría hacer con cualquier persona y eso es ayudar. No hay experiencia más satisfactoria que sentir que uno ha aportado aunque sea un granito de arena para la felicidad de cualquier otra persona.
La primera vez que dije que iba a ser psicóloga fue a los 9 o 10 años, me fascinaba la idea de tener un diván rojo de terciopelo en mi consultorio y que la gente haga lo que siempre ha hecho, contarme sus historias, pedir mi consejo,  y yo aprender de ellos, pero esta vez cobrando jaja. Generalmente siempre soy del tipo de las que escuchan, más que de las que se quejan, pero es que entre las penas ajenas y el análisis de la situación, pocas ganas quedan de hablar de los míos, así que también uso este medio para descargarme. 
Finalmente tomé la gran decisión de hacer lo que yo realmente quería cuando aprendí a quererme y  a valorarme como persona con mis defectos y virtudes. Ya independiente y madura mentalmente, ha sido una de las elecciones más reconfortantes de mis 26 años.